La serie Severance (2022-2025), creada por Dan Erickson, nos ofrece una reflexión crítica sobre los límites de la autonomía individual en un contexto laboral hipercontrolado, donde temas como la dualidad de la identidad, el control corporativo sobre la memoria y la conciencia, y la moralidad de las experimentaciones en busca de la tan anhelada eficiencia se entrelazan para poner en duda la libertad que significa la vida moderna. A través de la fragmentación de la conciencia de algunos de los empleados de Lumon Industries, la empresa central en la trama, Severance plantea la cuestión de hasta qué punto las estructuras corporativas pueden dividir la identidad de una persona, controlando su experiencia y memoria de manera que anulan su libertad y humanidad.
En este contexto, la serie cuestiona la moralidad de las prácticas empresariales que buscan manipular parte de la psique humana para maximizar la productividad, sugiriendo que la separación de las vidas personales y laborales de los empleados no solo destruye la autonomía, sino que también explora la ética de sacrificar la integridad mental en nombre de este codiciado progreso corporativo.De hecho, un informe de la Consultora EY revela que el 56% de los líderes empresariales considera que la presión por alcanzar resultados financieros puede llevar a decisiones éticamente cuestionables, lo que resalta cómo la búsqueda implacable de eficiencia y ganancias puede comprometer principios éticos y el bienestar de los empleados. Al mismo tiempo, Severance expone cómo la tecnología y el capitalismo moderno -al enfatizar el control y la deshumanización- socavan la noción misma de libertad, reduciendo a los individuos a simples piezas en un engranaje económico que maximiza la eficiencia a costa del bienestar humano. Podemos argumentar que Severance es una crítica a la vida moderna, donde temas como la libertad y la identidad se ven comprometidas por un sistema que trata a los individuos como recursos o números más que como seres humanos completos, reflejando una lucha constante por recuperar el control sobre la memoria, la conciencia, y en última instancia, la propia vida.
I.- DESHUMANIZACIÓN: EL NUEVO PLAN CORPORATIVO.
La separación de la identidad laboral y personal que vemos en los empleados de Lumon es llevada al extremo: una división literal y absoluta de la conciencia. Los empleados, al someterse el procedimiento de “severance” -el cual ajá, da nombre a la serie-, ven sus vidas fragmentadas en dos partes. Durante sus horas de trabajo, no tienen recuerdos de su vida fuera de la oficina, y viceversa. Este concepto, aunque futurista y bastante distópico, refleja una realidad cada vez más palpable en muchos trabajos modernos, donde las fronteras entre lo personal y lo profesional son cada vez más difusas. El trabajo se convierte en un espacio que consume tanto tiempo y energía que como empleados sentimos que debemos despojarnos de nuestra identidad fuera del trabajo para sobrevivir. En la serie, esto es llevado a un extremo: el “trabajo” y el “yo personal” son, en esencia, dos personas diferentes.
Este tipo de alienación se observa en personajes como Mark (interpretado por Adam Scott), el protagonista, quien al principio de la serie parece llevar una vida bastante oscura y deprimente, atrapado en un rutina que lo desconecta totalmente de su pasado y de sus emociones frente a la muerte de su esposa, Gemma (Dichen Lachman). La serie nos hace preguntarnos hasta qué punto esta desconexión puede ser controlada por fuerzas externas, como las grandes corporaciones, y cuál es el precio de la eficiencia en el entorno laboral. En este sentido, Severance no solo nos permite articular un comentario sobre el capitalismo moderno, sino también una crítica al uso y abuso de tecnología para mantener a los empleados en un estado de obediencia casi automática. La empresa Lumon es un claro ejemplo de cómo la tecnología puede ser utilizada no solo para automatizar tareas, sino también para controlar la mente de los individuos, separando su humanidad de su capacidad productiva. Un sueño para cualquier empresa, ¿o no?.
La ética de esta manipulación se presenta de manera ambigua, siempre pensando en el “bien de la humanidad”, en ser una especie de “salvador”, pero con claros indicios de que esta separación de la identidad no es solo una cuestión de productividad, sino también una forma de evitar que los empleados cuestionen el sistema. Es una forma de opresión mental: los empleados que experimentan el “severance” no pueden recordar lo que ocurre dentro de la empresa pero tampoco tienen acceso a sus propios pensamientos y emociones cuando salen de allí. Este control sobre la conciencia plantea la pregunta sobre los límites éticos de las empresas o corporaciones en su afán por maximizar la productividad, y en qué medida pueden manipular la psique humana sin que eso sea considerado una violación de los derechos humanos. Pero bueno, no es que el capitalismo esté tan preocupado por esos asuntos.
II.- "LA IDENTIDAD ES SOLO UN OBSTÁCULO PARA LA PRODUCTIVIDAD"
Un claro ejemplo de manipulación ética se da cuando los compañeros de Mark en el piso de refinación de macrodatos empiezan a cuestionar el propósito de su trabajo dentro de Lumon. Helly R. (Britt Lower), colega de Mark en la división de Refinamiento de Macrodatos , lucha por entender el propósito de su existencia en un lugar que parece ser completamente absurdo. Esta crítica se amplifica cuando se considera que las grandes corporaciones, a menudo operan en la vida real de manera muy similar, presionando a sus empleados para que se adapten a sistemas y estructuras que les despojan de su sentido común y autonomía personal, solo para maximizar sus beneficios o ganancias. La serie nos invita a reflexionar sobre cómo, en nuestro día a día, las exigencias de la productividad a menudo sacrifican la salud mental y emocional de los empleados. De manera similar, en series como The Bear (2022-2024), se explora el mundo de los restaurantes y vemos cómo los personajes luchan contra un ambiente de trabajo altamente tóxico, en el que la presión por mantener altos estándares de rendimiento pone en juego su bienestar emocional y físico, reflejando un problema que se extiende más allá de una sola industria. Ambas series abordan de forma crítica la dinámica de poder en el lugar de trabajo y cómo los individuos, al perder su identidad, terminan siendo víctimas de un sistema que prioriza la eficiencia a expensas de su humanidad.
Este fenómeno no es aislado a Severance, sino que refleja la tendencia global en el capitalismo moderno, donde el rendir y ser eficiente son aptitudes valoradas por encima del bienestar humano. Las presiones por producir más, por estar siempre disponibles y ser capaces de responder de manera rápida, han llevado a una cultura laboral que no distingue entre lo personal y lo profesional. Esto puede ser visto en diversos estudios, donde distintos líderes empresariales consideran que la presión por obtener resultados financieramente favorables puede llevar a tomar decisiones éticamente cuestionables. Esto subraya cómo la cultura del rendimiento puede hacer que las empresas utilicen a los empleados como meros instrumentos productivos, sin tener en cuenta sus necesidades emocionales o psicológicas.
Llevándolo al contexto socioeconómico chileno, esta desconexión entre la vida personal y laboral se refleja en la creciente precariedad laboral y la creciente importancia de la productividad por encima de las condiciones de trabajo. En un país donde el empleo informal y las largas jornadas son una constante, la idea de “trabajar sin vivir” no es ajena para una gran mayoría. Bajo esta misma idea, podemos ver reflejado el auge del fascismo y el autoritarismo en Latinoamérica. Como en Severance, donde la manipulación de la conciencia y la identidad es parte de un sistema altamente autoritario, el ascenso de regímenes de tal índole en la región está marcado por la centralización del poder, el control de la información y la creación de una realidad paralela que desvincula a las personas de sus derechos y de su capacidad de pensar de manera crítica. La deshumanización de los trabajadores en la serie puede verse como una metáfora del control social más amplio que, en el contexto latinoamericano, busca apagar la disidencia y subordinar la libertad individual al poder de las élites.
Así como en Severance, en Chile y Latinoamérica enfrentamos un desafío similar. La lucha por la autonomía personal y la memoria colectiva siguen siendo centrales en nuestra región marcada por las huellas del autoritarismo y la desigualdad. Y aunque la serie está basada en un contexto futurista, refleja la lucha diaria actual donde las fronteras entre lo privado y lo público, lo personal y lo laboral, se están desdibujando cada vez más, y donde el control de la conciencia y la identidad sigue siendo una herramienta poderosa de las élites para mantenerse en el poder. Severance nos ofrece una crítica mordaz a un sistema que ya no da para más. Es un llamado de atención sobre lo peligroso que es vivir en una sociedad donde el control es cada vez más central, y donde la lucha por recuperar nuestra autonomía se vuelve más urgente que nunca.
Disponible en Apple TV+ y Prime Video (Suscripción Premium).
I.- DESHUMANIZACIÓN: EL NUEVO PLAN CORPORATIVO.
La separación de la identidad laboral y personal que vemos en los empleados de Lumon es llevada al extremo: una división literal y absoluta de la conciencia. Los empleados, al someterse el procedimiento de “severance” -el cual ajá, da nombre a la serie-, ven sus vidas fragmentadas en dos partes. Durante sus horas de trabajo, no tienen recuerdos de su vida fuera de la oficina, y viceversa. Este concepto, aunque futurista y bastante distópico, refleja una realidad cada vez más palpable en muchos trabajos modernos, donde las fronteras entre lo personal y lo profesional son cada vez más difusas. El trabajo se convierte en un espacio que consume tanto tiempo y energía que como empleados sentimos que debemos despojarnos de nuestra identidad fuera del trabajo para sobrevivir. En la serie, esto es llevado a un extremo: el “trabajo” y el “yo personal” son, en esencia, dos personas diferentes.
Este tipo de alienación se observa en personajes como Mark (interpretado por Adam Scott), el protagonista, quien al principio de la serie parece llevar una vida bastante oscura y deprimente, atrapado en un rutina que lo desconecta totalmente de su pasado y de sus emociones frente a la muerte de su esposa, Gemma (Dichen Lachman). La serie nos hace preguntarnos hasta qué punto esta desconexión puede ser controlada por fuerzas externas, como las grandes corporaciones, y cuál es el precio de la eficiencia en el entorno laboral. En este sentido, Severance no solo nos permite articular un comentario sobre el capitalismo moderno, sino también una crítica al uso y abuso de tecnología para mantener a los empleados en un estado de obediencia casi automática. La empresa Lumon es un claro ejemplo de cómo la tecnología puede ser utilizada no solo para automatizar tareas, sino también para controlar la mente de los individuos, separando su humanidad de su capacidad productiva. Un sueño para cualquier empresa, ¿o no?.
La ética de esta manipulación se presenta de manera ambigua, siempre pensando en el “bien de la humanidad”, en ser una especie de “salvador”, pero con claros indicios de que esta separación de la identidad no es solo una cuestión de productividad, sino también una forma de evitar que los empleados cuestionen el sistema. Es una forma de opresión mental: los empleados que experimentan el “severance” no pueden recordar lo que ocurre dentro de la empresa pero tampoco tienen acceso a sus propios pensamientos y emociones cuando salen de allí. Este control sobre la conciencia plantea la pregunta sobre los límites éticos de las empresas o corporaciones en su afán por maximizar la productividad, y en qué medida pueden manipular la psique humana sin que eso sea considerado una violación de los derechos humanos. Pero bueno, no es que el capitalismo esté tan preocupado por esos asuntos.
II.- "LA IDENTIDAD ES SOLO UN OBSTÁCULO PARA LA PRODUCTIVIDAD"
Un claro ejemplo de manipulación ética se da cuando los compañeros de Mark en el piso de refinación de macrodatos empiezan a cuestionar el propósito de su trabajo dentro de Lumon. Helly R. (Britt Lower), colega de Mark en la división de Refinamiento de Macrodatos , lucha por entender el propósito de su existencia en un lugar que parece ser completamente absurdo. Esta crítica se amplifica cuando se considera que las grandes corporaciones, a menudo operan en la vida real de manera muy similar, presionando a sus empleados para que se adapten a sistemas y estructuras que les despojan de su sentido común y autonomía personal, solo para maximizar sus beneficios o ganancias. La serie nos invita a reflexionar sobre cómo, en nuestro día a día, las exigencias de la productividad a menudo sacrifican la salud mental y emocional de los empleados. De manera similar, en series como The Bear (2022-2024), se explora el mundo de los restaurantes y vemos cómo los personajes luchan contra un ambiente de trabajo altamente tóxico, en el que la presión por mantener altos estándares de rendimiento pone en juego su bienestar emocional y físico, reflejando un problema que se extiende más allá de una sola industria. Ambas series abordan de forma crítica la dinámica de poder en el lugar de trabajo y cómo los individuos, al perder su identidad, terminan siendo víctimas de un sistema que prioriza la eficiencia a expensas de su humanidad.
Este fenómeno no es aislado a Severance, sino que refleja la tendencia global en el capitalismo moderno, donde el rendir y ser eficiente son aptitudes valoradas por encima del bienestar humano. Las presiones por producir más, por estar siempre disponibles y ser capaces de responder de manera rápida, han llevado a una cultura laboral que no distingue entre lo personal y lo profesional. Esto puede ser visto en diversos estudios, donde distintos líderes empresariales consideran que la presión por obtener resultados financieramente favorables puede llevar a tomar decisiones éticamente cuestionables. Esto subraya cómo la cultura del rendimiento puede hacer que las empresas utilicen a los empleados como meros instrumentos productivos, sin tener en cuenta sus necesidades emocionales o psicológicas.
Llevándolo al contexto socioeconómico chileno, esta desconexión entre la vida personal y laboral se refleja en la creciente precariedad laboral y la creciente importancia de la productividad por encima de las condiciones de trabajo. En un país donde el empleo informal y las largas jornadas son una constante, la idea de “trabajar sin vivir” no es ajena para una gran mayoría. Bajo esta misma idea, podemos ver reflejado el auge del fascismo y el autoritarismo en Latinoamérica. Como en Severance, donde la manipulación de la conciencia y la identidad es parte de un sistema altamente autoritario, el ascenso de regímenes de tal índole en la región está marcado por la centralización del poder, el control de la información y la creación de una realidad paralela que desvincula a las personas de sus derechos y de su capacidad de pensar de manera crítica. La deshumanización de los trabajadores en la serie puede verse como una metáfora del control social más amplio que, en el contexto latinoamericano, busca apagar la disidencia y subordinar la libertad individual al poder de las élites.
Así como en Severance, en Chile y Latinoamérica enfrentamos un desafío similar. La lucha por la autonomía personal y la memoria colectiva siguen siendo centrales en nuestra región marcada por las huellas del autoritarismo y la desigualdad. Y aunque la serie está basada en un contexto futurista, refleja la lucha diaria actual donde las fronteras entre lo privado y lo público, lo personal y lo laboral, se están desdibujando cada vez más, y donde el control de la conciencia y la identidad sigue siendo una herramienta poderosa de las élites para mantenerse en el poder. Severance nos ofrece una crítica mordaz a un sistema que ya no da para más. Es un llamado de atención sobre lo peligroso que es vivir en una sociedad donde el control es cada vez más central, y donde la lucha por recuperar nuestra autonomía se vuelve más urgente que nunca.
Disponible en Apple TV+ y Prime Video (Suscripción Premium).
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